sábado, 23 de julio de 2011

Tarde de sábado, cocina, ruidos

Tarde de sábado de verano. Islas Canarias. Con estas premisas cualquiera espera continuar con tarde de sol y de playa; pero no. Santa Cruz de La Palma y el jodido régimen de los alisios que arrastra las nubes desde el norteste sobre la Isla, se pegan a la cumbre que no las deja pasar y, mientras en la otra banda luce el sol y la tarde se eterniza sobre el mar, aquí bruma y brisa.
A pesar de todo decidí que era verano y tarde libre, me puse el bañador y fui a Los Cancajos. Un par de horas tumbado sobre la playa desierta, leyendo al arrullo de las olas y al frescor de la brisa. La única agua que probé fue la que me cayó de forma intermitente desde el cielo o la que me salpicaba desde la orilla la espuma blanca de las olas resbalando sobre la arena negra de la playa.
Luego han llegado unos grupos de adolescentes a entrenar al voley-playa y decidí volver.
La Avenida de los Indianos está cortada al tráfico bajo mi ventana: hay una exhibición de cars; han colocado vallas protectoras, neumáticos viejos en la mediana de la calzada y a Protección Civil a controlar un gentío inexistente. En realidad se exhiben ante ellos mismos: no hay nadie en la calle y hasta las ventanas de las casas que lo padecemos, aparecen cerradas para evitar el ruido.
Hay mucho ruido y lo voy a combatir cocinando; esta mañana compré un solomillito de cerdo para hacerlo con salsa de tomate y me decido ahora, en lo que escribo; es muy fácil: cojo una sartén honda con tapa y le pongo un fondo de aceite de oliva, salo la carne troceada, poco más de medio kilo y la pongo a dorar, mientras se hace, corto en trozos grandes para que se noten cuando esté acabado el plato, un par de pimientos franceses y se los añado a la carne. Cuando están tiernos es el momento de abrir una lata grande de tomate triturado y vaciarsela a la sartén donde se hace todo, añado sal y una pizca de azucar, bajo el fuego y tapo la sartén.
Mientras escribo estas líneas de voy dando alguna vuelta para evitar que se queme y así, entre párrafo y párrafo, tengo la entrada del blog y la comida de mañana preparada.
Acabo de darle un par de vueltas, lo he probado y estupendo, no hay ni que rectificar de sal. Lo apago y dejo quese termine de hacer con el calor residual.
Sigue el ruido de los motores en la avenida, pero hay muchos más ruidos en esta tarde de verano: alguien en Oslo ha decidido que puede matar y ha hecho estallar una bomba en el centro de la ciudad, luego en la misma Noruega, otro, (¿tal vez el mismo?),cual ángel exterminador ha comenzado a disparar vestido de policía contra una convención de jóvenes. El golpeteo de la ametralladora ha llegado hasta aquí hiriendonos los oidos y el corazón.
Una nota urgente de última hora dice en la prensa digital que han encontrado muerta a Amy Winehouse en su casa de Londres. Ruidos.
Me voy a dar una ducha y a sentarme en el sofa para terminar "El asesino de la carretera" de James Ellroy, en lo que queda de esta tarde de sábado, al menos sus muertos son de papel.

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