viernes, 24 de junio de 2011

Un hombre importante

Llegó ayer al aeropuerto y, al bajarse del avión, no se diferenciaba en nada de un típico y tópico turista jubilado norteamericano: pantalón beige claro, camiseta de franela y un horripilante sombrero de paja verde con la escarapela de la compañía aérea que les esponsoriza.
Pero es el hombre más importante que he saludado nunca.
Tampoco es que físicamente sea gran cosa, ni creo que lo haya sido, para lo que hizo puedo sospechar que lo que necesitaban eran hombres normales, al menos de constitución física, ni demasiado grandes ni demasiado pequeños; un buen nivel de inteligencia (no tanto que le pudieran llegar a agobiar las preguntas ni las dudas, ni tan poco que no pudiese manejar la sofisticada tecnología que tenía entre las manos ni responder ante un imprevisto peligroso,) sanos, eso si, y valientes; sobre todo valientes.
No se puede decir que sea alto ni que lo haya sido, barriga prominente –la que le corresponde a sus más de ochenta- piel rosada y adornada de las manchas de la edad, ojos claros detrás de unas gafas de montura al aire y, el poco pelo que le va quedando, blanco como la nieve, que se va desordenando en mechones por donde desborda el curioso sombrero que se ha puesto para bajarse del avión, con la brisa que barre la plataforma de estacionamiento. Y se le ve ágil y en buena forma para sus años.
No viene solo, junto a él viajan un par de premios Nóbel, uno de física y otro de medicina, la directora del Instituto Espacial que busca vida más allá de nuestro planeta, el cosmonauta ruso que salió por primera vez de una nave para dar un paseo por el espacio, el astronauta americano, tan famoso por el cine, que dijo aquello de “Huston, tenemos un problema” –pero no el Tom Hanks, el auténtico- y un buen número de científicos y astrofísicos, todos ellos autenticas eminencias en sus terrenos; pero, indudablemente él es la estrella de la reunión.
Y se le ve un hombre sencillo que te da la mano con una sonrisa y contesta amablemente la bienvenida que le he preparado en mi inglés macarrónico, que no sé ni siquiera si llegó a entender ni a distinguir entre las de todos los que formábamos el comité de recepción compuesto por las autoridades políticas de la isla y el personal del Aeropuerto.
Por mi trabajo, muchas veces tengo que recibir y hacerle los honores a personajes y personajillos que nos visitan por una gran variedad de motivos; políticos y militares, autoridades judiciales o simples “famosos” que requieren un tratamiento especial por seguridad u orden público y muchos de ellos llegan inflados de importancia u orgullo y esa es una de las tareas que con menos gusto realizo; pero esta vez fue diferente, si no hubiera ido a agasajarle nadie me lo habría reprochado, no es un político en ejercicio que se ofenda si no lo reciben las fuerzas vivas, pero allí estuve y luego le pedí que se hiciera una foto conmigo como un chaval ante su futbolista favorito y nos la hicimos con los brazos sobre los hombros y una sonrisa de oreja a oreja, en él de amabilidad mil veces repetida pero auténtica, en mi del inmenso placer de sentirme en contacto con el primer hombre en la historia de la humanidad que puso los pies en la luna, ahí es nadie, Neil Arnstrong.

martes, 21 de junio de 2011

Calor

Tres horas para que sea el verano y calor. Calor asfisciante. Tarde y calor. Uno trata de pensar y las neuronas se resisten, miras distraido los periodicos buscando temas y todo es aburrido o manido o insulso. Das una vuelta por el twits y nada te motiva, quieres leer pero el libro se te cae de las manos.
Te dejas caer sobre el sofá y cierras los ojos sintiendo como el sudor aflora y se resbala por la piel húmeda manchando la camiseta. Te la quitas, ya queda poco que quitar y hace calor. Tal vez deberías comprar un ventilador, está visto que con esto del cambio climático ya no vas a estar fresquito ni en Canarias al borde del mar, piensas con un esfuerzo; abres cortinas y ventanas por si con la penumbra entrara un poco de brisa.
El hombre del tiempo ha dicho que el aumento de las temperaturas en esta zona del mundo va a más. Otra vez el cambio climático.
Los gatos están tumbados en el suelo, tampoco ellos tienen ánimos para moverse.
Hay una página de internet desde la que se ve una webcam con una panorámica de Ushuaia en la patagonia argentina, allí van a entrar en el invierno como nosostoros en el verano, en el duro invierno austral y les miro: la avenida frente al antiguo Presidio mojada y el muelle blanco bajo una nube gris preñada de amenazas.

Mi cabeza se niega a pensar. Tal vez la música, un poco de Mozar puede que refresque el ambiente.

lunes, 20 de junio de 2011

Verano

Va a empezar el verano.
De repente la nube que chocaba contra el monte cubriendo la ciudad de un toldo gris se ha disipado y brilla el sol; el mar se agita apenas respirando sobre la costa de arena negra y la brisa, que hasta ayer se colaba por las ventanas de la casa, silvando su música penetrante, se amortiguó y ya no se escucha.
Mañana empieza el verano y hoy el calor aturde.
En esta siesta del final de la primavera apenas se escucha el rumor de los frigoríficos en el Puerto con su runrún monótono y tedioso que se cuela por todas las ventanas del piso sobre el muelle.
Se han visto turistas en el Aeropuerto con pantalones cortos y camisetas imposibles, caras de vacaciones y pies en chancletas. Un carguero de graneles descansa perezoso sobre el dique del oeste mientras le aligeran con mangueras de su carga y el mar brilla azul intenso hasta confundirse en el horizonte con la bruma blancuzca e incierta del cielo.
Desde aquí, a esta hora, no parece que el país se agite en medio de una grave crisis económica; que en el cercano continente africano los pueblos se hayan levantado en armas contra sus opresores ni que en ningún lugar del mundo pueda haber tragedias naturales, conflictos sociales o dramas humanos.
Pero los hay. La gente prepara sus vacacioes y hay fugas radiactivas; muchos tramas negocios y otros batallas. Hay atentados y penurias, verbenas y problemas para llegar a fin de mes. Parejas que comienzan como si fueran la primera del mundo y amores que languidecen en el hastío.
llega el verano, lo vamos a ver desde aquí, desde mi Isla.