miércoles, 6 de enero de 2010

Día de Reyes

Ya está acabando y con él las fiestas, aún persisten las luces en las calles pero ya no queda nadie, la gente que estos días atrás compraba y deambulaba por los comercios de repente se quedó en casa: los niños agotados a esta hora tras la exitación de los regalos y los padres peor, cansados de recorrer las casas de parientes y amigos arrastrando paquetes y recogiendo paquetes. Acabando el día de Reyes.
Yo también recogí los míos y también los entregué; he llamado a la familia y he preguntado a los niños. Se acabaron las fiestas y vuelve la saludable y reparadora rutina; el tiempo para uno y para el trabajo, la actividad diaria conocida y llevadera.
Me pregunto ¿qué escribiría si pensara que realmente no va a leerlo nadie? ¿Lo mismo? Seguramente. Hemos hecho una buena comida este mediodía que ha invitado mi suegro en una parrilla en laque casi nos ahuman mientras sentiamos llover sobre Los Llanos, luego tomamos café en un bar del Puerto de Tazacorte y paseamos un momento por un paseo marítimo algo revuelto por el temporal, amenazando lluvia; en el camino de regreso me he quedado dormido en el coche y ya estamos en casa. Ella está empezando a deshacer el árbol y yo me siento al ordenador para mirar las noticias y escribir.
Empezamos una decada nueva, ¿Significa eso algo o van a ser los mismos días con los mismos afanes?
Lo que sea será

martes, 5 de enero de 2010

Para empezar

¿Hay alguien ahï?
Esto es igual que gritar dentro de un traje de astronauta durante un paseo espacial en un vuelo de un único tripulante. Lo único que hay fuera es la inmensidad azul eléctrica y las luces tal vez extintas ya de lejanas estrellas vacias y frías. Tal vez se deje ver colgado en algún punto del espacio sin límites un planeta lejano azul o blanco o quizás naranja, pero en cualquier caso vacio, así que, ¿para quién grito? Puede que solo para mi así que me dirigiré a mi centro que además es redondo y equidista de todas mis potencias, aunque las intelectuales le queden un poco más lejos - Esas siempre están lejos de todo - Supongo que aquí solo y hablando para mi puedo decirmelo todo... Pero ¿cómo de todo es ese todo? Tengo 53 años, nací bajo el régimen de Franco y soy funcionario con una de las funciones duras del Estado (de derecho), así que. ¿Hasta donde soy capaz de decirmelo todo ni siquiera a mi mismo? He sido bautizado y me educó una familia religiosa aunque no demasiado religiosa, más de puertas para fuera, como otras muchas de la época; aunque ahora no creo no dejo de tener presentes los pricipios morales y las enseñanzas que me inculcaron los curas. Salen a relucir a veces aunque trate de esconderlas, qué le vamos a hacer. Necesito gritar, comunicarme, gritar a los demás pero.... ¿Tengo algo que decir?
Eso quedará para otro día.